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lunes, enero 23, 2006

 

Células madre


Células madre
Todos hablan de clonación terapéutica pero pocos pueden distinguir los distintos tipos y funciones de las "células madre", que son el arma principal de los nuevos trasplantes de tejidos. Aquí, un informe completo sobre los últimos avances en medicina regenerativa, los bancos públicos y privados de cordón umbilical, las polémicas éticas y los negocios detrás de la ciencia.

Por Luciana Díaz | Fotos: Focus, AFP, CEDOC, gentileza Discovery Channel y MaterCell.

Los diarios llevaron la noticia en sus portadas, en la televisión le dedicaron programas especiales, y en la radio nadie dejó de comentarla: “Por primera vez se obtuvieron células madre a medida de los pacientes a partir de embriones humanos clonados”. Acto seguido, se impusieron las aclaraciones de rigor: que se estaba frente a un logro científico notable; que era un paso clave para combatir en el futuro males hasta ahora incurables como el Alzheimer, la diabetes o el Parkinson; que estas células servirían para reemplazar el tejido dañado de las personas enfermas y que no serían rechazadas porque poseían el mismo material genético del paciente. Pero ¿sabemos de qué hablamos, cuando hablamos de “células madre”?
Desde que la simpática oveja Dolly llegó al mundo, allá por 1996, los avances en el campo de la clonación no se detuvieron. Poco después, James Thomson aisló y cultivó stem cells. Hoy todos opinamos sobre ella como si fuéramos expertos. Sin embargo, ¿entendemos la diferencia entre clonación reproductiva y clonación terapéutica? ¿Comprendemos cuáles son los dilemas éticos que despierta toda esta nueva tecnología? Para empezar, habría que explicar el por qué del revuelo. Ocurre que en la prestigiosa revista Science, investigadores de la Universidad Nacional de Seúl, Corea del Sur, anunciaron que habían clonado embriones humanos utilizando el mismo método que dio origen a Dolly.
Lo novedoso no fue la clonación de los embriones ni que se hubieran podido obtener células madre a partir de ellos, sino que esas células indiferenciadas fueron hechas “a medida” de los pacientes. El tema es así: los investigadores surcoreanos clonaron las células de la piel de unos 12 pacientes. Para esto, primero les retiraron el núcleo –que contiene la información genética– a varios óvulos donados por mujeres menores de 30 años. A esos óvulos “vacíos” los rellenaron con el ADN de una célula de la piel de los pacientes voluntarios. Los óvulos recibieron entonces una especie de descarga eléctrica para lograr la fusión del nuevo núcleo y se los estimuló químicamente para que comenzaran a dividirse. Se obtuvieron 11 blastocistos (embriones tempranos, del tamaño de un grano de sal), cada uno de ellos con células madre genéticamente idénticas al paciente que había aportado el núcleo. Los científicos las cultivaron en el laboratorio. Así obtuvieron las ya famosas 11 nuevas líneas de stem cells “a medida”.
¿Por qué es un avance tan importante? Porque al ser genéticamente idénticas a los pacientes, estás células madre dan lugar a una promesa que parece extraída de un guión de ciencia ficción: si los científicos logran determinar cómo “arreglar” el defecto original, aquél que enferma a la persona, tal vez puedan generar tejidos de repuesto “exactos” para un determinado paciente. Pero para eso pueden faltar 10 años, aclararon una y mil veces tanto los investigadores surcoreanos como sus colegas alrededor del mundo. Para empezar, faltan los ensayos en animales y todavía no se sabe si estas stem cells son seguras una vez implantadas en las personas. Además, queda por responder una pregunta clave: ¿no hay riesgos de que al obtener las stem cells con la información genética de la persona enferma esas células vuelvan a enfermar con el tiempo? “Sí, cuando la enfermedad es determinada genéticamente. Sin embargo, hasta que vuelva a manifestarse se ganaría bastante tiempo y, además, estas nuevas células podrían manipularse antes del injerto”, explica Pablo Argibay, director del Instituto de Ciencias Básicas y Medicina Experimental del Hospital Italiano. Y agrega: “En general, las aplicaciones inmediatas podrían ser en enfermedades que no tengan carga genética o en las que ésta se manifieste tardíamente, como los accidentes con lesión medular, el infarto cerebral o el infarto cardíaco, que no tienen carga genética, o la enfermedad de Parkinson”.
Por su parte, José Cibelli, el argentino pionero en técnicas de clonación que en 2004 compartió el cartel con el equipo surcoreano (colaboró con el grupo liderado por Woo Suk Hwang, que se convirtió en el primero en clonar embriones humanos de los que se pudieron extraer las ansiadas stem cells), considera que detrás de esa pregunta se esconde la clave de todo. “Si uno puede replicar la enfermedad en el laboratorio, se pueden ensayar sin riesgo nuevas terapias o nuevas drogas para combatirla”.
Con todo, Cibelli explica que para él lo verdaderamente destacable fue la gran eficiencia técnica que consiguieron los coreanos. Basta aclarar que el año pasado habían utilizado 242 óvulos para lograr un único conjunto de células madre embrionarias. Esta vez, lograron 11 utilizando un promedio de 17 óvulos por cada una.

Madre no hay una sola
Así como el tema de la clonación ya se metió en las discusiones cotidianas, muchas veces opinamos sobre las células madre (o stem cells) sin saber exactamente de qué se trata. Conviene, entonces, aclarar que hay células madre de distinto tipo y función. Las embrionarias, como su nombre lo indica, son aquellas que se obtienen de embriones y poseen la capacidad de reproducirse indefinidamente. Y que, al no tener una tarea definida que cumplir, pueden convertirse en cualquier otra célula especializada del organismo (por ejemplo, en células sanguíneas, pancreáticas o nerviosas). Las stem cells adultas, en cambio, se obtienen de personas ya nacidas y también son células indiferenciadas, pero aparecen mezcladas entre otras células dentro de un mismo órgano.
La gran diferencia entre unas y otras es la cantidad y el tipo de células en las que se pueden convertir: mientras que las embrionarias son pluripotentes (pueden dar origen a cualquier célula), las adultas son multipotentes porque tienen menos flexibilidad y capacidad de replicarse.
Como se ve, las stem cells embrionarias son más prometedoras que las adultas a la hora de pensar en la regeneración de tejidos dañados y la cura de enfermedades. Pero nada es tan simple como parece. Para obtenerlas es necesario desbaratar embriones humanos y eso genera enormes dilemas éticos. Ni el hecho de que sean los sobrantes de las técnicas de fertilización asistida o que se los obtenga en el laboratorio por medio de la clonación, ni el que tengan apenas cinco días de antigüedad y el tamaño de la punta de una aguja, calma a quienes consideran que todo embrión ya es un ser humano.
alternativas
Desde 1988 se sabe que las células madre presentes en la sangre del cordón umbilical (llamadas “células progenitoras hematopoyéticas”) pueden ser usadas para tratar leucemias, linfomas o desórdenes genéticos de la sangre. Y que son una opción de lujo para aquellos que necesiten un trasplante de médula ósea para combatirlas porque, aunque no son tan flexibles como las embrionarias, poseen virtudes que no tienen las de la médula ósea de adultos. Por eso en varios países se crearon bancos de sangre públicos, al que las mamás les donan, en forma anónima y altruista, el contenido del cordón de sus bebés para que lo mantengan congelado hasta que algún paciente lo necesite.
En mayo pasado, se inauguró en el Hospital Garrahan de Buenos Aires el primero de este tipo de bancos en la Argentina. “El banco público tiene como objetivo la colecta de sangre del cordón umbilical para tener unidades que posean células progenitoras hematopoyéticas aptas para el trasplante de médula ósea”, explica Ana del Pozo, directora del banco del Garrahan.
En los bancos privados no hay donación, simplemente los padres pagan entre 750 y 1.000 dólares por el servicio de extracción de la sangre del cordón umbilical y unos 100 por mantenerla en el “freezer” por si alguna vez necesitan recurrir a ella. “Un banco público y un banco privado no tienen absolutamente nada que ver”, se enoja Del Pozo. “El banco privado tiene como objetivo colectar una unidad por si alguna vez esa persona puede llegar a necesitarla, lo cual es altamente improbable. Mientras tanto, esa unidad ‘duerme’. Si hubiera sido del público, en cambio, podría haber ayudado a salvar otra vida. Los bancos privados existen –dice la médica- porque no está comprendido el problema de la donación”.
¿Cómo se hace para donar la sangre del cordón? El banco del Garrahan va a firmar convenios con distintas maternidades, que le ofrecerán la opción a las futuras mamás (las interesadas también pueden consultar escribiendo a bscu@garrahan.gov.ar). ¿Quiénes serán los beneficiados con las donaciones? Igual que para cualquier otro trasplante, los pacientes que ingresen a la lista del Incucai y sea inmunológicamente compatibles con las muestras del banco.
Pero la sangre del cordón no es la única alternativa para evitar el desmantelamiento de un embrión. Igual que el equipo surcoreano, Yuri Verlinsky, del Instituto de Genética Reproductiva de Chicago, Estados Unidos, asegura haber obtenido stem cells a medida de los pacientes. La gran diferencia, asegura, es que para eso no recurrió a la clonación terapéutica, sino que utilizó una nueva técnica que, en lugar de óvulos donados, apela a las stem cells embrionarias ya existentes. A esas células, Verlinsky les retiró el núcleo y luego las fusionó con células adultas de pacientes, con la idea de que el citoplasma de la stem cell vaciada reprograme al núcleo del donante convirtiendo a esa nueva célula fusionada –que Verlinsky bautizó “stembrid”– en una stem cell embrionaria. Según anunció el investigador durante una conferencia en Londres, con ese método consiguió crear 10 líneas de células madre embrionarias genéticamente idénticas al donante adulto. ¡Y sin deshacerse de ningún embrión! Si se comprueba la efectividad del método –todavía no publicó su trabajo–, Verlinsky podría convertirse en el héroe de la película. Por las dudas, Verlinsky ya patentó su método.

Del laboratorio a los pacientes
Si bien se la sigue considerando experimental, ya hay quienes gozan de los beneficios de las terapias con stem cells, básicamente con las adultas. No sólo se usan para tratar daños en la córnea y le permitieron recuperar la visión a pacientes con degeneración macular relacionada con el edad (la principal causa de ceguera), sino que además demostraron ser útiles en el tratamiento de los llamados “niños de la burbuja”, que poseen una inmunodeficiencia tan severa que deben permanecer aislados para no contagiarse cualquier enfermedad. Y hay más: también se usan para mejorar la incontinencia urinaria de mujeres con la vejiga “floja”.
Con todo, el corazón es el que goza de los principales beneficios. “Es en cardiología donde más se ha avanzado en las aplicaciones clínicas de las células madre. Luego vienen los cartílagos”, señala el médico argentino Jorge Trainini, jefe del servicio de Cardiocirugía del Hospital “Presidente Perón” de Avellaneda, que acaba realizar una intervención con stem cells pionera en el mundo. El equipo de Argibay está trabajando además con stem cells de la médula ósea de adultos para diferenciarlas en neuronas y así tratar el infarto cerebral; y en células productoras de insulina para tratar a diabéticos tipo I. El mismísimo Ian Wilmut, el “padre” de Dolly, recibió luz verde para clonar y desmantelar embriones humanos con el fin de estudiar cómo se desarrolla la escleroris lateral amiotrófica (ALS), una enfermedad neurológica degenerativa. La idea es que, si se comprende el mecanismo que la provoca, algún día se la pueda evitar. Bienvenidos al futuro.

Publicación mensual de Editorial Perfil S.A
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