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martes, julio 24, 2007

 

Más del 90% de los enfermos que pide otra opinión sigue tratándose con su primer médico

PACIENTES
Más del 90% de los enfermos que pide otra opinión sigue tratándose con su primer médico
Cada vez más españoles afectados por enfermedades graves contrastan su diagnóstico con otro especialista. Ya son siete las autonomías que han regulado esta posibilidad y florecen las empresas que consultan a expertos extranjeros vía internet. Conocer el parecer de expertos de renombre mundial sin tener que viajar ni hablar otro idioma y en apenas unos días ya es posible gracias a las compañías de interconsulta por internet. Diez millones de españoles tienen cubierto este servicio. La sanidad pública desarrolla modelos de segunda opinión con especialistas locales

Alberto Barrera, un joven de 15 años, se asoma sonriente a la web de la empresa Best Doctors. Su historia es la mejor carta de presentación del servicio que presta esta compañía estadounidense, que aterrizó en España en 1992. A Alberto se le diagnosticó un tumor en la columna vertebral. Se le extirpó pero, poco después, se reprodujo y quedó parapléjico. Las opiniones médicas sobre qué hacer eran contradictorias. Sus padres, desesperados, acudieron a Best Doctors, una compañía pionera en servicios de interconsulta con especialistas médicos de primer nivel, que contactó con un experto de Budapest (Hungría).Tras ocho horas de cirugía, el adolescente español ha vuelto a caminar. Como Alberto, cada año miles de ciudadanos con dudas sobre el diagnóstico de su médico buscan un segundo veredicto.
Cada vez más pacientes demandan el dictamen de un segundo especialista antes de someterse a cirugías y terapias complejas, que pueden poner en riesgo su vida o menoscabar su calidad, o de resignarse a un diagnóstico de gravedad. En países como EEUU, las aseguradoras privadas de salud exigen este trámite para cerciorarse de que la factura de la asistencia que recibirán sus beneficiarios está justificada. En España, su frecuencia aumenta alimentada por el creciente reconocimiento de los derechos del paciente y por la democratización de la relación con el médico.
¿Dónde acudir si se tienen dudas? ¿Cómo identificar al mejor experto en cada caso? ¿En qué circunstancias conviene pedirla? ¿Hace falta irse a la medicina privada o al extranjero para obtener un diagnóstico o un tratamiento de calidad? Éstas son algunas de las cuestiones que asaltan a los enfermos y a sus familias cuando se plantean contrastar un veredicto médico de gravedad.
«La segunda opinión no significa salvación», se apresura a matizar Juan Acosta, director médico de Best Doctors para Europa. «Ofrece, sobre todo, tranquilidad en un momento complicado para la persona y su familia y la opción de recibir tratamientos en investigación», añade Frank Ahedo, consejero delegado para Europa y Oriente de esta compañía, que atiende anualmente unas mil consultas nacionales y 10.000 a nivel mundial. La mayoría corresponde a enfermos graves, que buscan que un especialista internacional confirme en pocos días el primer diagnóstico.
UN DERECHO
«Ha habido un cambio generacional. Antes no estábamos educados para pedir otra opinión, nos preocupaba qué iba a pensar nuestro médico. Pero las barreras se van rompiendo, la población joven está más informada y el uso de Internet ha empujado el acceso a este tipo de servicios», indica Ahedo.
La muestra es que este derecho quedó plasmado en 2003 en la legislación española, a través de la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud. Ocho comunidades autónomas han procedido a regular esta práctica. Navarra fue la pionera. Un decreto foral reconoció en 1988 la potestad de los pacientes de dicha comunidad a demandar un nuevo dictamen médico, aunque sin especificar en qué tipo de procesos ni un plazo para resolver las solicitudes.
La agilidad en la respuesta constituye, sin embargo, uno de los elementos clave para que esta alternativa sea eficaz. Sobre todo en situaciones de gravedad. Si un paciente oncológico con un diagnóstico letal que exige un tratamiento inmediato tuviera que someterse a las demoras características del sistema sanitario público para recibir un nuevo juicio, éste resultaría inútil.
Ese es el motivo de que siete gobiernos regionales hayan establecido cauces para garantizar que los más necesitados no tendrán que desesperarse aguardando turno en una lista (ver gráfico). Entre 15 días y un mes es el periodo que han fijado para ofrecer un segundo dictamen médico a las víctimas de dolencias graves. Se trata, principalmente, de afectados de cáncer, patologías neurológicas degenerativas, cardiopatías severas y enfermedades raras (aquellas cuya incidencia es inferior a cinco casos por 10.000 habitantes).
De los 599 informes de segunda consulta emitidos desde 2003 por el Servicio Andaluz de Salud, el 47,5% correspondió a enfermos oncológicos y el 29% a patologías raras. Las dolencias como la epilepsia o la escoliosis, el trasplante de órganos y los problemas traumatológicos figuran entre otros motivos frecuentes para pedir este servicio en las autonomías que lo ofrecen.
SIN DESPLAZARSE
La mayoría de los casos tramitados en el sistema público se resuelve dentro de éste y sin salir de la región. Un especialista o servicio médico designado por la administración revisa el caso y emite un informe que se envía después al paciente para que lo comente con su médico.
Si las opiniones discrepan, se ofrece la posibilidad de elegir dónde y con quién tratarse o se somete el dictamen a un comité de expertos. En ocasiones, existen varias alternativas de tratamiento y, de nuevo, la última palabra la tiene el paciente.
Puede que, como en Extremadura, que cuenta con un único servicio hospitalario de cirugía cardiaca y de neurocirugía en todo su territorio, las solicitudes de segunda opinión para ciertas dolencias deban remitirse a otras comunidades. Pero, hasta el momento, en ningún caso, ha habido necesidad de acudir al extranjero, aunque esta opción está contemplada legalmente.
Sin embargo, conocer el juicio de un especialista de renombre internacional en apenas unos días es posible sin tener que desplazarse a su país de origen, gracias a las denominadas agencias de interconsulta. Eso sí, pagando cantidades que pueden oscilar entre los 1.000 y 4.000 euros en función de la complejidad del caso y del prestigio del segundo consultor, salvo que se tenga suscrito un seguro de vida o de salud que incluya esta prestación, como le ocurre a más de 10 millones de españoles. Muchas aseguradoras han contratado esta asistencia con empresas como Best Doctors o Advance Medical, una firma española con sede en Barcelona creada en 1999.
El proceso de interconsulta consiste básicamente en enviar la documentación clínica del paciente a un profesional de referencia en cualquier lugar del mundo para que éste la estudie y ofrezca una respuesta en un plazo que oscila entre cinco y 10 días, aunque en ocasiones se ha obtenido en horas. El elemento diferencial de estas compañías es el trabajo previo que realiza un equipo médico local con el paciente.
Además de analizar el caso del candidato, «le ayudan a recopilar su información médica [análisis, pruebas de imagen e incluso muestras de biopsia], le ofrecen información adicional sobre los pormenores de su dolencia, identifica, localiza y contacta con el experto de referencia y elabora un informe para facilitar la tarea del profesional destinatario en su propio idioma», resume Carlos Nueno, uno de los fundadores de Advance Medical.
La solvencia de los especialistas de segunda consulta es una de las armas que esgrimen estas agencias para captar clientela. Best Doctors cuenta con una base de datos de 50.000 profesionales de todo el mundo, entre ellos unos 700 españoles. «No los elegimos nosotros, sino el propio colectivo profesional. Para ello, hacemos encuestas entre los médicos para que voten a los mejores en cada disciplina», dice Ahedo.
Advance Medical lleva a cabo una selección individualizada en función del caso. Para ello consulta a otros facultativos y revisa la competencia del candidato en las bases bibliográficas. Habitualmente, pide opinión a dos expertos en cada caso, uno nacional y otro internacional y cruza sus veredictos. «Obviamente, repetimos con muchos profesionales cuando se trata de dolencias más comunes, pero para enfermedades raras hay expertos a los que hemos acudido en una única ocasión», señala Nueno.
Cerca del 70% de los profesionales extranjeros consultados por estas agencias reside en EEUU y, gran parte de ellos, se concentra en los hospitales del área de Harvard, donde existe una larga tradición de segunda opinión.
Acreditar la capacidad del segundo especialista es también motivo de preocupación para algunas comunidades autónomas. Andalucía cuenta con una red de 123 expertos de 16 disciplinas. Según explica Marisa Dotor, directora regional de Atención Ciudadana del Servicio Andaluz de Salud, su aptitud se regula cada dos o tres años. «Hay una movilidad de especialistas alta», subraya.
A diferencia de los consultores privados, que pueden cobrar honorarios que oscilan entre 150 y varios miles de euros por su criterio experto, los del sistema público no reciben contraprestación económica por su labor. El temor a que la falta de incentivo pueda convertir esta tarea en una carga ha llevado a la administración andaluza a estudiar fórmulas compensatorias. «De momento, se asume como un reconocimiento del prestigio profesional pero la idea es que puntúe para obtener algún tipo de incentivo, por ejemplo, en la carrera profesional», agrega Dotor.
El problema es que juzgar el trabajo de los compañeros puede resultar incómodo. Blanca López Ibor, responsable de la Unidad de Hematología y Oncología Pediátrica del Hospital Montepríncipe de Madrid, sabe que sus informes de segunda opinión «levantan ampollas», particularmente cuando discrepan con el diagnóstico o tratamiento de sus colegas. «No les gustan. Hay hospitales que ponen dificultades para sacar a los niños y pacientes que viajan a EEUU y se encuentran con que el médico español no quiere hacerles el tratamiento que les ha propuesto el experto estadounidense», asegura.
FACILITAR EL CAMINO
La oncóloga cree firmemente en la necesidad de un juicio alternativo en los casos médicos complejos: «Hay que facilitar esta posibilidad y ayudar al paciente y a su familia dándoles toda la información para que otro especialista la pueda valorar».
De la misma opinión es Eduardo Díaz Rubio, jefe del servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico de Madrid, que ha colaborado como consultor con Advance Medical.
«En los casos de cáncer es obligado. No todo el mundo la necesita, pero es un momento crítico en la vida del paciente. Además, el médico también se beneficia: puede ver confirmado su diagnóstico y tratamiento y conocer alternativas interesantes».
De hecho, la propia Sociedad Española de Oncología Médica facilita este tipo de contactos de forma gratuita. «Nos piden por correo electrónico y por teléfono que identifiquemos a los especialistas de prestigio. Los remitimos a los servicios que creemos más adecuados, buscando que sean lo más próximos a sus domicilios y teniendo en cuenta que se trate de un profesional de referencia en el tema», confirma Alfredo Carrato, presidente del colectivo.
Otros profesionales habituados a recibir y remitir pacientes que demandan una segunda opinión son los neurólogos. «Hay un porcentaje de enfermedades de mal pronóstico, como la esclerosis múltiple, las ataxias, el Alzheimer o la esclerosis lateral amiotrófica, en las que es necesario contrastar con expertos en la materia», proclama Jordi Matías-Guiu, presidente de la Sociedad Española de Neurología. Sin embargo, declina que sea la propia institución quien canalice a los pacientes. «Para nosotros todos los neurólogos son iguales», justifica.
LIMITACIONES
Y es que todavía algunos titubean a la hora de explorar el parecer de otro profesional por temor a molestar a su galeno. «Es más complejo de lo que parece. Si no está guiada por tu propio médico te expones a enfrentarte a él», advierte Albert Jovell, presidente del Foro Español de Pacientes. La mayoría de los expertos consultados coincide en la importancia de involucrar al facultativo que atiende al enfermo en el proceso y que sea él mismo el que allane el camino al paciente en la búsqueda de un nuevo consejo.
«Ningún médico goza de un derecho de propiedad sobre sus pacientes. Por eso, no podrá sentir ofensa cuando éste busca una segunda opinión, ni reprochársela [...] No puede éticamente bloquear el ejercicio de la libertad clínica de éste ni poner dificultades a su realización práctica», recordaba a sus asociados la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial de España (OMC), en una declaración emitida en enero de 2006. El mismo documento indica que si el segundo diagnóstico discrepa, el médico no puede negarse a prestar tratamiento hasta que otro colega se haga cargo del caso.
El informe alerta, no obstante, sobre las limitaciones de las interconsultas por vía telemática, a las que califica de «éticamente deficientes». Además de posibles errores y pérdidas en la transmisión de documentos, el principal punto de disputa es si se puede hacer un diagnóstico de calidad en ausencia física del paciente. «Tiene que ser visto, tocado y explorado. Hay sensaciones, sentimientos, percepciones... No rechazamos esta vía, pero su calidad es inferior», sostiene Juan José Rodríguez Sendín, secretario de la OMC.
«Si ya existe un primer diagnóstico, la visita presencial no es necesaria. De hecho, en las sesiones clínicas del hospital, se discuten los casos sin que esté el enfermo», se defiende Nueno. «No sustituye a la relación con su médico. Es una recomendación complementaria que añade información para ayudar al paciente a tomar decisiones», tercia Emiliano Calvo, oncólogo del Hospital Vall d' Hebrón y del Centro Médico Teknon, ambos en Barcelona, y fundador de International Cancer Consultants, un servicio de consulta 'on line' especializado en cáncer.
La realidad es que los pacientes dubitativos acaban casi siempre con su primer médico. Un estudio de Advance Medical indica que el 60% comparte el nuevo dictamen con su galeno y el 94% sigue tratándose con él. «Aunque se producen, la segunda opinión no es sinónimo de cambio de diagnóstico ni de tratamiento», apostilla Frank Ahedo. Pero sí de mayor serenidad.
El marketing oculto de la interconsulta


Sus nombres evocan excelencia profesional, en la mayoría de los casos fundada, en ocasiones, exagerada. Es el aviso que lanzan algunos especialistas respecto al poder de atracción que ejercen ciertos centros privados, nacionales e internacionales, sobre los pacientes desesperados por un diagnóstico médico grave. «Es terrible, pero siempre hay quien está dispuesto a sacar dinero y ofrece esperanzas injustificadas», dice Juan José Rodríguez Sendín, secretario de la OMC. La duda del colectivo médico es si tras el servicio de segunda opinión se oculta una herramienta para captar clientela en la medicina privada. Los responsables de Best Doctors y Advance Medical reconocen que algunos hospitales estadounidenses «enseguida te invitan a que vayas a visitarles». Ese es el motivo de que no mantengan acuerdos con ningún centro, ni ninguno de los expertos que trabaja en ellos. «Les pagamos sólamente por la revisión de cada caso, pero sin compromiso adicional», precisa Frank Ahedo. Aún así, si el paciente decide trasladarse, estas empresas le facilitan los trámites y negocian una rebaja en el precio. A Blanca López-Ibor, oncóloga pediátrica en un centro privado, no le preocupa este recelo. «No sé si existe comercio, en mi caso sólo me guía el interés por el niño. Si veo que está bien tratado, nunca me plantearía sacarlo del centro que le atiende, pero sí creo que el resultado sería mejor en otro sitio lo digo y eso me ha generado enemistades». Estas situaciones son, en cualquier caso, excepcionales. Carlos Nueno aplaca así a los reticentes: «En España hay grandes especialistas que son desconocidos. Muchos clientes nos dicen que gracias a la segunda opinión confían más en su primer médico».

Fuente:
http://www.elmundo.es/

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