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miércoles, marzo 21, 2007
Sedada para una agonía de tres minutos
Sedada para una agonía de tres minutos
N. RAMÍREZ DE CASTRO
MADRID. La agonía de Inmaculada duró poco, quizá no más de tres minutos. El tiempo que un organismo puede mantenerse vivo sin respirar, sin el oxígeno necesario para que los tejidos sigan funcionando. Para dejarse ir sólo necesitó dos gestos: el de la mano que la desconectó del respirador artificial y la inyección que le dejó morir sedada, sin la angustia de alguien que se ahoga. Primero se durmió y poco después dejó de respirar.
A Inmaculada no le funcionaban los músculos que permiten la respiración. Los intercostales y el diafragma dejaron de contraerse de manera rítmica y continúa para facilitar un acto tan banal que la mayoría del tiempo se hace de forma inconsciente. Sus músculos de la respiración se paralizaron como antes lo hicieran los de sus piernas, su tronco, sus brazos..., como le sucede a los enfermos con las formas más graves de distrofia muscular.
En España se estima que hay unos 30.000 pacientes con distrofia muscular de Duchenne, uno de los tipos de esta enfermedad neurodegenerativa, Sólo entre el 10 y el 15% necesita estar conectado a una máquina que respire por ellos. Pero en realidad, muy pocos acaban conectados al respirador artificial, asegura Isabel Illa, neurólogo de la Unidad de Enfermedades Neuromusculares del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. «Cuando el diagnóstico y el fin están claros, el médico se debe anticipar a ese momento y acordar con el enfermo si desea vivir conectado a un respirador de forma indefinida. Muy pocos lo aceptan, la mayoría opta por recibir cuidados paliativos para no vivir una muerte por ahogo. Es una situación muy delicada que debe discutirse con calma antes de que el paciente empiece a ahogarse», explica Illa.
El problema surge cuando no se conoce el diagnóstico del enfermo y, por tanto, su evolución, o aparecen crisis respiratorias como primer síntoma. Es una situación que a veces se presenta en algunos casos de esclerosis lateral amiotrófica, otra de las enfermedades neurodegenerativas que progresivamente paralizan la musculatura de quien lo sufre. «Entonces no hay tiempo. La decisión siempre es intubar y conectar al respirador por si hubiera alguna esperanza de recuperación».
Fuente:
http://www.abc.es/
N. RAMÍREZ DE CASTRO
MADRID. La agonía de Inmaculada duró poco, quizá no más de tres minutos. El tiempo que un organismo puede mantenerse vivo sin respirar, sin el oxígeno necesario para que los tejidos sigan funcionando. Para dejarse ir sólo necesitó dos gestos: el de la mano que la desconectó del respirador artificial y la inyección que le dejó morir sedada, sin la angustia de alguien que se ahoga. Primero se durmió y poco después dejó de respirar.
A Inmaculada no le funcionaban los músculos que permiten la respiración. Los intercostales y el diafragma dejaron de contraerse de manera rítmica y continúa para facilitar un acto tan banal que la mayoría del tiempo se hace de forma inconsciente. Sus músculos de la respiración se paralizaron como antes lo hicieran los de sus piernas, su tronco, sus brazos..., como le sucede a los enfermos con las formas más graves de distrofia muscular.
En España se estima que hay unos 30.000 pacientes con distrofia muscular de Duchenne, uno de los tipos de esta enfermedad neurodegenerativa, Sólo entre el 10 y el 15% necesita estar conectado a una máquina que respire por ellos. Pero en realidad, muy pocos acaban conectados al respirador artificial, asegura Isabel Illa, neurólogo de la Unidad de Enfermedades Neuromusculares del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. «Cuando el diagnóstico y el fin están claros, el médico se debe anticipar a ese momento y acordar con el enfermo si desea vivir conectado a un respirador de forma indefinida. Muy pocos lo aceptan, la mayoría opta por recibir cuidados paliativos para no vivir una muerte por ahogo. Es una situación muy delicada que debe discutirse con calma antes de que el paciente empiece a ahogarse», explica Illa.
El problema surge cuando no se conoce el diagnóstico del enfermo y, por tanto, su evolución, o aparecen crisis respiratorias como primer síntoma. Es una situación que a veces se presenta en algunos casos de esclerosis lateral amiotrófica, otra de las enfermedades neurodegenerativas que progresivamente paralizan la musculatura de quien lo sufre. «Entonces no hay tiempo. La decisión siempre es intubar y conectar al respirador por si hubiera alguna esperanza de recuperación».
Fuente:
http://www.abc.es/