Suscribirse a Esclerosis Lateral Amiotrofica - ELA Argentina | ||
Ver archivos en groups.google.com.ar |
miércoles, marzo 14, 2007
La eutanasia
La eutanasia
Por: Javier Fuentes De La Peña
14 de marzo de 2007
“Desde hace aproximadamente nueve meses padezco E.L.A (esclerosis lateral amiotrófica), enfermedad invalidante, progresiva e incurable, que me impide andar, hablar y mover todo mi cuerpo con normalidad; y que si Dios no dispone otra cosa, terminará dejándome paralítico en su totalidad, hasta la muerte en un periodo de varios años. No sé si serán tres, cinco, 10 ó 15, pero deseo expresar que estoy a favor de la vida en todas sus facetas, y estoy dispuesto a navegar 'mar adentro' con mi enfermedad el tiempo que haga falta, llevando mi nave hasta su destino final, ayudada por el viento de la gracia de Dios, e impulsada por el motor del cariño de la gente que me rodea, que es mucho y muy bueno". La famosa película tendrá seguramente mucho valor artístico: interpretación, maquillaje, etc.; pero pregona una cultura de la muerte, la desesperanza y el abandono. Frente a eso, los que estamos en una situación parecida, decimos que sí a la vida, al amor, a la Providencia Divina. "Que la vida siempre merece la pena vivirla, porque es un don de Dios, aunque no se puedan hacer cosas 'normales', o tener cosas materiales, pues lo que caracteriza la persona humana no es su capacidad de movimiento (también la tienen los animales), ni su afán por poseer cosas, sino su capacidad mental y espiritual, como demostraba día a día el Santo Padre Juan Pablo II, con su ejemplo y su coraje en defensa de la Verdad y la doctrina de la Iglesia". Muchas gracias por su atención. Francisco Seva Herrera. Madrid. Cuando leí este conmovedor texto publicado en la sección de cartas al director del periódico español "La Gaceta de los Negocios", comprendí por qué resulta tan condenable una práctica como la eutanasia. Llevada al punto de ser legalizada en algunos países, la eutanasia es vista como un derecho de las personas a pedir a otros que pongan fin a su propia existencia para frenar así un sufrimiento intratable. Según el Instituto Nacional de Cáncer en Italia, quienes piden ser sometidos a un proceso de eutanasia (uno de cada mil de los enfermos más graves) sufren más por un vacío espiritual que por una dolencia física en sí. Cuando un ser humano se encuentra en el umbral de la muerte, hay una turbulencia en su interior y también en toda su familia. En medio de esta confusión puede surgir en muchos el deseo de morir de una vez, sin esperar a que llegue el instante indicado por Dios. En esta etapa el médico juega un papel importantísimo. Además de utilizar todos los sedantes para mitigar los dolores físicos del paciente, debe buscar reducir los dolores de su alma. La eutanasia contradice a todas luces el quehacer médico, pues es deber de todo doctor ayudar a que los enfermos encuentren una nueva vida incluso al final de la vida. Los seres humanos, soberbios como somos, nos creemos el centro de la creación. Esto nos lleva a pensar que somos dueños de nuestra vida y, lo que es peor, de nuestra muerte. "Mar adentro" es una gran película en cuanto a su calidad visual y artística; sin embargo, es muy cuestionable por el tratamiento imparcial que hace del tema de la eutanasia. Sin pretender relatar la trama, hay una frase que se me quedó muy grabada, la cual fue pronunciada por el padre de Ramón Sanpedro, paralítico que buscaba poner fin a su existencia por medio de la eutanasia: "Lo único peor a que se te muera un hijo, es que un hijo se quiera morir". A veces nos quejamos de la vida que nos ha tocado vivir, sin saber que nosotros mismos somos artífices de nuestra existencia. Ignoro qué haría yo al encontrarme en una situación de sufrimiento extremo; sin embargo, mi deseo es que cuando llegue ese día, sepa convertir el dolor en un instrumento para descubrirme a mí mismo. Incluso en las situaciones de mayor sufrimiento, un ser humano puede encontrar sentido a su existencia. Cuando esto sucede, la felicidad aparece como un bálsamo fortificante aun en los momentos de mayor debilidad. Todos somos un mar adentro. Saber navegar en nuestro interior nos ayudará a encontrar no sólo nuestra felicidad, sino también la de aquellos que nos rodean. javier_fuentes@hotmail.com
Fuente:
http://www.elsiglodedurango.com.mx
Por: Javier Fuentes De La Peña
14 de marzo de 2007
“Desde hace aproximadamente nueve meses padezco E.L.A (esclerosis lateral amiotrófica), enfermedad invalidante, progresiva e incurable, que me impide andar, hablar y mover todo mi cuerpo con normalidad; y que si Dios no dispone otra cosa, terminará dejándome paralítico en su totalidad, hasta la muerte en un periodo de varios años. No sé si serán tres, cinco, 10 ó 15, pero deseo expresar que estoy a favor de la vida en todas sus facetas, y estoy dispuesto a navegar 'mar adentro' con mi enfermedad el tiempo que haga falta, llevando mi nave hasta su destino final, ayudada por el viento de la gracia de Dios, e impulsada por el motor del cariño de la gente que me rodea, que es mucho y muy bueno". La famosa película tendrá seguramente mucho valor artístico: interpretación, maquillaje, etc.; pero pregona una cultura de la muerte, la desesperanza y el abandono. Frente a eso, los que estamos en una situación parecida, decimos que sí a la vida, al amor, a la Providencia Divina. "Que la vida siempre merece la pena vivirla, porque es un don de Dios, aunque no se puedan hacer cosas 'normales', o tener cosas materiales, pues lo que caracteriza la persona humana no es su capacidad de movimiento (también la tienen los animales), ni su afán por poseer cosas, sino su capacidad mental y espiritual, como demostraba día a día el Santo Padre Juan Pablo II, con su ejemplo y su coraje en defensa de la Verdad y la doctrina de la Iglesia". Muchas gracias por su atención. Francisco Seva Herrera. Madrid. Cuando leí este conmovedor texto publicado en la sección de cartas al director del periódico español "La Gaceta de los Negocios", comprendí por qué resulta tan condenable una práctica como la eutanasia. Llevada al punto de ser legalizada en algunos países, la eutanasia es vista como un derecho de las personas a pedir a otros que pongan fin a su propia existencia para frenar así un sufrimiento intratable. Según el Instituto Nacional de Cáncer en Italia, quienes piden ser sometidos a un proceso de eutanasia (uno de cada mil de los enfermos más graves) sufren más por un vacío espiritual que por una dolencia física en sí. Cuando un ser humano se encuentra en el umbral de la muerte, hay una turbulencia en su interior y también en toda su familia. En medio de esta confusión puede surgir en muchos el deseo de morir de una vez, sin esperar a que llegue el instante indicado por Dios. En esta etapa el médico juega un papel importantísimo. Además de utilizar todos los sedantes para mitigar los dolores físicos del paciente, debe buscar reducir los dolores de su alma. La eutanasia contradice a todas luces el quehacer médico, pues es deber de todo doctor ayudar a que los enfermos encuentren una nueva vida incluso al final de la vida. Los seres humanos, soberbios como somos, nos creemos el centro de la creación. Esto nos lleva a pensar que somos dueños de nuestra vida y, lo que es peor, de nuestra muerte. "Mar adentro" es una gran película en cuanto a su calidad visual y artística; sin embargo, es muy cuestionable por el tratamiento imparcial que hace del tema de la eutanasia. Sin pretender relatar la trama, hay una frase que se me quedó muy grabada, la cual fue pronunciada por el padre de Ramón Sanpedro, paralítico que buscaba poner fin a su existencia por medio de la eutanasia: "Lo único peor a que se te muera un hijo, es que un hijo se quiera morir". A veces nos quejamos de la vida que nos ha tocado vivir, sin saber que nosotros mismos somos artífices de nuestra existencia. Ignoro qué haría yo al encontrarme en una situación de sufrimiento extremo; sin embargo, mi deseo es que cuando llegue ese día, sepa convertir el dolor en un instrumento para descubrirme a mí mismo. Incluso en las situaciones de mayor sufrimiento, un ser humano puede encontrar sentido a su existencia. Cuando esto sucede, la felicidad aparece como un bálsamo fortificante aun en los momentos de mayor debilidad. Todos somos un mar adentro. Saber navegar en nuestro interior nos ayudará a encontrar no sólo nuestra felicidad, sino también la de aquellos que nos rodean. javier_fuentes@hotmail.com
Fuente:
http://www.elsiglodedurango.com.mx