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domingo, octubre 26, 2008
Investigan si una bacteria del césped de los campos de fútbol causa la ELA
Una neurotoxina presente en los céspedes de los campos de fútbol puede ser la causante de la enfermedad degenerativa E.L.A -Esclerosis Lateral Amiotrófica-, según una nueva corriente de investigación sobre el origen de esta patología.
EFE Así lo ha indicado a EFE el doctor Jesús Mora, director de la Unidad de E.L.A. del Hospital Carlos III de Madrid y neurólogo de más larga experiencia en España sobre su tratamiento.
La enfermedad es conocida en Estados Unidos como el mal de Lou Gehrig, nombre de uno de los mejores jugadores de béisbol de todos los tiempos que la sufrió en los años treinta.
Ha sido diagnosticada en más de cuarenta futbolistas en Italia en los últimos años, proporción mucho más alta que en la población normal, y, sin embargo, hasta ahora no se ha detectado un aumento de casos en otros deportes sin tanto contacto con el césped y en los que se ha recurrido al dopaje, como el ciclismo.
Esto ha servido de indicio para abrir nuevas indagaciones en torno a la neurotoxina BMAA producida por cianobacterias o algas verdeazuladas presentes en aguas cálidas y estancadas, y que se alimentan principalmente de fosfatos como los de los pesticidas, condiciones que a veces ocurren en la hierba de los estadios muy abonados y regados.
En cualquier caso, ha aclarado Mora, la alta presencia de esta bacteria en el medio ambiente y la rareza de la enfermedad hacen pensar que para producirse se necesitaría además unos condicionantes genéticos individuales que hagan que una determinada persona la padezca.
De hecho, éste es uno de los temas que se abordarán en el próximo Simposio Internacional sobre la E.L.A, que se celebrará en noviembre en Birmingham, y al que el doctor Mora acudirá como ponente.
La cianobacteria y sus neurotoxinas se han relacionado también con otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson, las dos más frecuentes por delante de la E.L.A.
Los científicos analizan la neurotoxina BMAA producida por las cianobacterias, a raíz de la elevada incidencia de E.L.A., junto con demencia y Parkinson, detectada en la isla de Guam, en el archipiélago de las Marianas, donde los indios Chamorro consumen en forma de tortilla la harina de un fruto, la cicada, que la contiene.
En el proceso de preparación se destruye la toxina por lo que los investigadores miraron otras vías de acceso al ser humano.
Así, encontraron que parte de la dieta de los indios era también el murciélago de la fruta o zorro volador, que se alimenta de cicada y encontraron que acumulaba en su cuerpo la toxina.
Mora ha recordado que cada día se liberan al contacto humano miles de nuevos compuestos químicos, en productos de uso diario para limpieza, pesticidas, conservantes, aerosoles, entre otros, cuyos efectos a largo plazo en la salud de la población se desconocen.
Pueden no ser tóxicas para la mayoría, pero personas con algunas variantes genéticos particulares no bien conocidas aún pueden metabolizar deficientemente algunos de esos compuestos químicos y desarrollar algún trastorno neurodegenerativo.
Se calcula que en España hay alrededor de unos 3.000 afectados y que unas 30.000 personas actualmente sanas padecerán la E.L.A en algún momento de su vida.
Los pacientes sufren una parálisis progresiva de los músculos de piernas y brazos, de la boca y la garganta, que llegan a imposibilitar el habla y la deglución, y, por último, la respiración.
Tan sólo un 20 por ciento sobrevive los cinco años y un 5 por ciento de los casos son hereditarios. Mora ha puntualizado que aunque habitualmente es una enfermedad de la edad adulta, los datos indican que la aparición en personas jóvenes es cada vez más frecuente.
La Unidad de E.L.A. del Hospital Carlos III participa actualmente en un ensayo clínico internacional con un nuevo fármaco llamado Talampanel, que cuenta con 540 pacientes con esclerosis lateral amiotrófica de España, Alemania, Francia, Italia, Holanda, Bélgica, Israel, Estados Unidos y Canadá.
Es el estudio actualmente más importante de esta dolencia, después de que el departamento que dirige Mora participará en los años noventa en el descubrimiento del único fármaco que hasta ahora retrasa un poco su rápida progresión.