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miércoles, mayo 09, 2007
Nuevo trasplante de células madre. Por Martín Amaral
Nuevo trasplante de células madre. Por Martín Amaral
Estimados amigos y amigas
Les escribo desde una densa, ya medio gris, populosa, rauda, moderna y también agobiada por la violencia narca, ciudad de Monterrey, cabeza de una poliforme zona metropolitana que agrupa a más de 4 millones de almas.
Llegamos anoche, con la esperanza prendida, para practicarme una nueva cirugía de autotrasplante de células madre, en la búsqueda de contener, paliar, ¿curar? esta muy perra enfermedad llamada esclerosis lateral amiotrófica (ela)…nómbrala, nómbrala a la muy cabrona, a ver si así se empequeñece.
Hoy, lunes siete, por la mañana nos entrevistamos Luz María y yo con el equipo médico y de ética del Hospital San José Tec de Monterrey; un grupo amable, muy serio, comandado por el neurólogo Héctor Ramón Martínez y el neurocirujano Enrique Caro. Soy el sexto paciente dentro de un protocolo cerrado a 10, todos mexicanos, que empezó a inicios del 2006.
La intervención será con neuronavegador, inyectando las células madre en el lóbulo frontal. Hoy inició la inyección de un medicamento estimulante de colonias de granulocitos recombinante (en envíos anteriores mande la descripción general); la cirugía está programada para el jueves 10 de mayo, alrededor de las 14 horas.
El equipo se muestra precavidamente entusiasta: dice haber logrado buenos resultados sobre todo en detener, mejorar y estabilizar a los pacientes hasta por 10 meses, después hay un nuevo declive; una de ellas llegó sin caminar y recuperó la marcha; aunque son cautos: “no es el Lázaro, levántate y camina”.
Mastico todo lo que cabe en una frase como “mejoría, estabilización y mejor calidad de vida”, y no dudo ni tantito en esta nueva apuesta.
Mi “caso” (¡upa¡ acabar siendo un “caso”) es anómalo para ellos, toda vez que ya tuve un trasplante en médula: pero les interesa por lo que representará al haber tenido ambas técnicas: una, que estimuló la motoneurona inferior, y ahora en la motoneurona superior.
Lo interesante (a diferencia de Uruguay) es que exigen un seguimiento formal por un año, con mediciones y estudios precisos. Los dos primeros trasplantados se han hecho, fuera de protocolo, una segunda al año de su primera.
Hablamos de buscar posteriormente fondos de fundaciones para ampliar la investigación de manera subsidiada para nuevos “eláticos”, y se mostraron muy interesados. Ya veremos.
Asistimos con entusiasmo a esta nueva intervención, manteniendo la cabeza fría. Me parece que nos toca a nosotros ayudar a terminar esta búsqueda: saber con certeza científica si de veras las portentosas células madre pueden hacer algo en la ela. Por nosotros, pero también por quienes en estos justos momentos sienten que pierden fuerza, que se empiezan a caer, por los que están siendo diagnosticados.
Por ahora, camaradas, las células madres son nuestra única isla de luz en medio de este océano de oscuridad. Naveguemos pues.
Luego les sigo contando.
Con afecto grande
Martín Amaral
Luz María Chombo
Estimados amigos y amigas
Les escribo desde una densa, ya medio gris, populosa, rauda, moderna y también agobiada por la violencia narca, ciudad de Monterrey, cabeza de una poliforme zona metropolitana que agrupa a más de 4 millones de almas.
Llegamos anoche, con la esperanza prendida, para practicarme una nueva cirugía de autotrasplante de células madre, en la búsqueda de contener, paliar, ¿curar? esta muy perra enfermedad llamada esclerosis lateral amiotrófica (ela)…nómbrala, nómbrala a la muy cabrona, a ver si así se empequeñece.
Hoy, lunes siete, por la mañana nos entrevistamos Luz María y yo con el equipo médico y de ética del Hospital San José Tec de Monterrey; un grupo amable, muy serio, comandado por el neurólogo Héctor Ramón Martínez y el neurocirujano Enrique Caro. Soy el sexto paciente dentro de un protocolo cerrado a 10, todos mexicanos, que empezó a inicios del 2006.
La intervención será con neuronavegador, inyectando las células madre en el lóbulo frontal. Hoy inició la inyección de un medicamento estimulante de colonias de granulocitos recombinante (en envíos anteriores mande la descripción general); la cirugía está programada para el jueves 10 de mayo, alrededor de las 14 horas.
El equipo se muestra precavidamente entusiasta: dice haber logrado buenos resultados sobre todo en detener, mejorar y estabilizar a los pacientes hasta por 10 meses, después hay un nuevo declive; una de ellas llegó sin caminar y recuperó la marcha; aunque son cautos: “no es el Lázaro, levántate y camina”.
Mastico todo lo que cabe en una frase como “mejoría, estabilización y mejor calidad de vida”, y no dudo ni tantito en esta nueva apuesta.
Mi “caso” (¡upa¡ acabar siendo un “caso”) es anómalo para ellos, toda vez que ya tuve un trasplante en médula: pero les interesa por lo que representará al haber tenido ambas técnicas: una, que estimuló la motoneurona inferior, y ahora en la motoneurona superior.
Lo interesante (a diferencia de Uruguay) es que exigen un seguimiento formal por un año, con mediciones y estudios precisos. Los dos primeros trasplantados se han hecho, fuera de protocolo, una segunda al año de su primera.
Hablamos de buscar posteriormente fondos de fundaciones para ampliar la investigación de manera subsidiada para nuevos “eláticos”, y se mostraron muy interesados. Ya veremos.
Asistimos con entusiasmo a esta nueva intervención, manteniendo la cabeza fría. Me parece que nos toca a nosotros ayudar a terminar esta búsqueda: saber con certeza científica si de veras las portentosas células madre pueden hacer algo en la ela. Por nosotros, pero también por quienes en estos justos momentos sienten que pierden fuerza, que se empiezan a caer, por los que están siendo diagnosticados.
Por ahora, camaradas, las células madres son nuestra única isla de luz en medio de este océano de oscuridad. Naveguemos pues.
Luego les sigo contando.
Con afecto grande
Martín Amaral
Luz María Chombo